Street Art, arte orgánico; vida después del cincel.

Street Art, arte orgánico; vida después del cincel.

Un paseo por Roma, un día de invierno soleado. La larga y sinuosa Vía Cola di Rienzo, aguarda con una sorpresa labrada con cincel. Se estira desde la Città del Vaticano hasta la Piazza del Popolo, mostrando a los transeúntes ricos escaparates plenos de luz y color.

Es una vía ancha y limpia, cuyos edificios de bello estilo burgués, presentan arquitecturas sobrias y dignas de una ciudad como Roma. Y allí, frente a un estanco, se encuentra la escultura orgánica, urbana y apacible, del joven italiano Andrea Gandini.

El escultor ha plasmado su huella en un árbol yermo, sin copa ni hojas, sin ramajes que lo abriguen del frío invierno, y de la cálida brisa estival. Ya solo queda su tibia, esculpida por el artista que lo ha transformado. Le ha devuelto la vida a golpe de cincel; su tronco inanimado e invisible, ha renacido, y ahora yace en la acera viendo la vida pasar.

Renacer después de la talla.

Andrea Gandini, de veinte años, resucita ausentes tallos arbóreos, cuyas raíces ya no se apresuran a buscar el agua. Los humedales bajo sus pies, fluyen hacia otros árboles plenos y vigorosos.

Sin embargo, el artista revierte la situación inerte del tronco mutilado. Una resurrección escultórica, que no pasa desapercibida para los viandantes. Un alto en el camino, es necesario para fotografiar los relieves de madera, los espectadores consagran la obra al dedicarle su minuto de contemplación.

 

Madera muerta; sin sombrero que la proteja, sin frutos, sin nidos, sin pájaros que pernocten, ha sido esculpida y devuelta a la vida. Un halo de arte es su alma. Unas manos creadoras le han dado ojos y olfato. Gandini, ha sido muy generoso al dotar de ánima al infértil árbol.

El tronco, mermado de su cuerpo y abandonado a su suerte en la ciudad, es mimado por el escultor que lo aferra a su espíritu, para entregarle la supervivencia merecida, al que una vez nos oxigenó los cielos.

Una metamorfosis inesperada.

Escultura orgánica, rica en relieves curvos y angulosos. Vida reciclada a través del arte, que se presenta firme, en un entorno contaminado por la prisa y el ruido. Sordo permanece el tronco a quienes un día le cortaron su torso.

Nunca comprendió su final cercenado. Su dolencia gangrenó su savia, y las arterias se opacaron de oscuridad, hasta que llegó Andrea con sus herramientas de cincelar, y su impulso resucitador para iniciar la metamorfosis.

La talla en madera, es una actividad muy antigua, que el escultor italiano ha actualizado en su arte urbano y espontáneo. Sus relieves nos muestran una iconografía concreta de gran simbolismo.

La naturaleza es el soporte de estas obras esculpidas a pie de calle, mientras un público curioso observa al artista trabajar. Un arte artesano llevado a las esferas vanguardistas de la ciudad eterna.

Arte callejero, arte resucitador.

Sus siete colinas, protagonistas del componente artístico que aplica Gandini sobre un tronco finado y silencioso. El tallista-artesano ha vertido su talento creativo, para transformar el cadáver de palo en una obra de arte, a través de una depurada técnica y de su instinto vivificante.

La materia prima, condenada a carbón, ha respondido al esfuerzo y mecánica del tallista, logrando un resultado complaciente para sus espectadores. El arte callejero de los árboles revividos, se interrelaciona con la vida cotidiana de una sociedad urbana, la romana, acostumbrada al arte de ricos materiales y vistosas dimensiones.

Gandini, otorga otra sinergia a los espacios baldíos, les entrega psique, sensibilidad y entrañas a sus representaciones. Unos simples troncos de madera inservible, transmutan con el golpeteo del artista.

 Árboles inmortales por la gracia de la talla, manifiestan desde su pedestal arraigado, que sobreviven. Está vigente en los avatares cotidianos, y en la furia de la celeridad típicamente urbanita.

Arte contemporáneo en un soporte atemporal.

Una escultura orgánica, superviviente y presente, reposa tranquilamente ahuyentando fuegos y aguas que la atormenten. Mientras tanto, el artista contemporáneo, graba sobre la superficie marchita, sus composiciones que manifiestan ideas cargadas de significado y significante, abierto a las diversas lecturas de sus observadores.

Un tronco labrado, solitario, en la Vía Cola di Rienzo, aproxima el arte al ciudadano de a pie. No hay que pagar entrada para su contemplación, solo hay que tener un mínimo de sensibilidad y la obra te frena. No puedes avanzar la calle sin pararte y observar.

Street Art y Gandini, otro modo de reciclar lo que para muchos resulta inservible, inútil o un mero deshecho. Sus tallas se pueden encontrar en diferentes puntos de Roma, y en cada una de ellas, el artista evoca la fuerza de la vida y su perpetuación después del presente.